lunes, 18 de junio de 2012

Escuelas y flechas

Uno de nuestros escasos entretenimientos en este lugar es pasear por la zona rural, junto a la ciudad, para conocer mejor las costumbres y forma de vida tradicional.

Esto siempre produce encuentros sorprendentes y situaciones un tanto surrealistas.
Ayer, en uno de nuestros paseos, llegamos a una preciosa explanada entre imbondeiros (baobabs) donde nos encontramos con lo que aparentemente era una escuela. Y digo aparentemente, porque no era tan evidente como se puede imaginar, no había un cartel que dijese nada, no había una construcción, no había un patio de recreo.

Lo único que había eran pequeñas hileras de humildes bancos hechos con tronquitos finos, y algo parecido a una pizarra colgada de un árbol. En otra  “aula” había una techumbre de cañas que cubría los bancos.
Restos de un libro escolar abandonado me permitió hacerme una idea de qué se enseñaba en aquel lugar:

“La casa de Tchumba está sucia y descuidada. La casa de Dundú está limpia y aseada”
“ Mi casa es pequeña pero acogedora”

Había unos chavales correteando por el lugar y nos confirmaron que aquello en efecto era una escuela, que aquel árbol era el aula del primer curso, el otro árbol era del 2º curso…y así hasta 6º.
Escuela rural
Como era domingo no había clases, por lo que los chicos se dedicaban a cazar con sus arcos y flechas pájaros y conejos.

Nos mostraron sus armas artesanales y nos contaron con detalle los diferentes usos de cada tipo de punta: 

-      Esta para conejos, para atravesar bien. Esta es para pájaros, menos profunda.

Mi chico, con su vena comercial, intentó comprar alguna flecha, ya que en este lugar donde se ha perdido casi toda la tradición artesanal, estas herramientas son tal vez de lo poco que queda como muestra.
Joven cazador
- ¿Puedes vendernos unas flechas?
- ¿Si?
- No sé, te pregunto si tú quieres venderla, si no las necesitas, o si puedes fabricar otras.
- ¿Vale?

Las respuestas con preguntas nos tenían un poco desconcertados.
Al final, acabamos yendo hacia su Kimbo (poblado familiar de chozas) con otro chico un poco mayor.


Allí nos sacaron todo el arsenal mientras observábamos cómo las mujeres molían el masango.
Por un momento me sentí traficante internacional de armas de “destrucción mínima”.
A la hora de la demostración el chico estaba empeñado en que mi novio practicara lanzándole la flecha a nuestro perro, para ver qué tal funcionaba el arco. Tras sopesar la sugerencia, decidimos que lo mejor era probar contra la tierra, y en efecto, se clavó de maravilla.


Ahora están colgadas decorando la pared de nuestra casa. Monísimo toque pseudo aventurero a nuestro hogar hippy-chic, limpio y aseado, pequeño pero acogedor.





Moliendo el masango










jueves, 14 de junio de 2012

Buleya borracha


En un lugar con apenas transporte público, la práctica de la “buleya” o autostop es muy común, y es casi un deber pararse a recoger viajeros.
Esta mañana se nos ha acercado un hombrecillo de unos 50 años, flaco, polvoriento, con un traje marrón, sombrero de ala y una cartera de mano de los años 70 por lo menos.
Muy educadamente pero en evidente estado de embriaguez (estado común en esta tierra sobre todo a principios de mes, cuando el sueldo aún lo permite) nos ha pedido “buleya” para ir al centro.
No podíamos negarnos.
El hombre no iba sólo (es común que cuando te piden que les lleves, de repente aparezcan de la nada otras cuantas personas que lo acompañan). Con él iba otro hombrecillo de similares características físicas y etílicas.
Dando tumbos se han subido al coche y han empezado a conversar con nosotros.

-       ¿Ustedes son cubanos? (aquí, cuando eres blanco, la primera opción es que seas cooperante cubano)
-       No, francés y española.
-       Ahh, Francia, Eshpagnaa y Porrrrrtugal están geográficamente pegados en el mapa caracterísssticamennte, así es – Las palabras se le escurrían entre los restos del alcohol cuyos vapores habían ambientado el coche.
-       ¿Y usted de dónde es?
-       Soy de Humbonde - o algo similar- ¿lo conocen?
-       No, lo siento. ¿Está cerca de Ondjiva, o Lubango?
-       Está cerrrrrrca de Makulila - o algo así- junto a Onbanweque -o lo que sea.
-       Ahhhh. ¿Y usted a qué se dedica?
-       Soy Soba (jefe de poblado) y él – señalando a su resacoso compañero- él es mi secrrrrrretario. En los países de los blancos no hay Sobas.
-       ¿Y usted qué hace exactamente? ¿Administra justicia? ¿Organiza el pueblo?
-       Yo blalblalba- Palabrerío incompresible por la borrachera y porque mezclaba palabras de su dialecto- Ahora, usssssstedes nos tienen que apppoyar con lash elecciones (en septiembre habrá elecciones presidenciales en Angola, donde se espera gane "limpiamente" el MPLA, partido en el poder desde el 75 ).
-       Si, claro que les apoyaremos (qué podíamos decir). ¿Y a quién representa usted?
-       Eso, no lo puedgo decig. (Evidentemente son partidarios del UNITA, principal partido de la oposición, “legal” pero polítcamente incorrecto).
-       Bueno, nosotros estamos aquí para apoyar al pueblo angoleño (le soltamos rollito cooperante que queda siempre bien, seas de la ideología que seas).
-       Sip, el pueblo esh lo importante. Apoyar al pueblo! Paz y democracia, aleluyaaaaa.

Buleya perfeita

Por suerte nuestros dos amigos ya habían llegado a su destino, y tambaleándose entre consignas salieron del coche listos para gobernar a su poblado con mano firme…firmemente agarrada a la botella.

martes, 5 de junio de 2012

o cu do Mundo en imágenes!

Hace poco recibimos a los reporteros de Madrileños por el Mundo, y les pudimos enseñar cómo se vive el el Cunene. A veces, una imagen vale más que mil palabras.
Os dejo con mi crónica, esta vez oral (soy la última entrevistada...paciencia hasta el final...vale la pena)